Luis Mateo Díez: “El lenguaje es muy importante para el poder, le permite coartar la imaginación y vender falsedades a cuantos andamos por la vida hechos unos zorros”

El escritor leonés, Premio Cervantes 2023, regresa a las librerías en plena forma con ‘El vigía de las esquinas’, una divertida y pesarosa farsa sobre el desorden universal que nos rodea


César Combarros
Eduardo Margareto - El escritor leonés, Luis Mateo Díez, en su domicilio de Madrid días antes de recoger el Premio Cervantes 2023
César Combarros / ICAL

La habitual lucidez de Luis Mateo Díez brilla con especial fulgor en su nueva novela. ‘El vigía de las esquinas’ (Galaxia Gutenberg, 23 euros) presenta un mundo que se desmorona, donde las casas se derrumban entre una “niebla ensimismada”, mientras los gobernantes abandonan “a su suerte” a los ciudadanos, con su “innata incapacidad para hacer del bien común el uso comunitario”. De la mano de Ciro Caviedo, un gacetillero “un poco sabandija” que contempla impávido la devastación que le rodea, el Premio Cervantes 2023 nos presenta un “gatuperio” de situaciones que nos resultan demasiado cercanas en el caótico mundo que hoy vivimos. Con esos mimbres y su inmenso talento, da forma a una novela donde farsa y fábula se entremezclan en un relato tan deslumbrante y divertido como pesaroso. “No quiero trasladar una idea de pesimismo, pero la edad me hace ser un poco más severo”, desliza en esta entrevista con Ical.

Uno de los ejes capitales de la novela es que gira en torno al uso y el abuso del lenguaje. Como académico y Premio Cervantes, ¿qué le parecen estos tiempos de la neolengua que ya anticipó Orwell en ‘1984’, las ‘fake news’ y el relato (sobre todo político) que prevalecen por encima de todo?

Esta teoría del relato, que no deja de ser un modismo un tanto extraño, es una manera de formular cosas que parece que avalan un uso interesado. Para el poder, en general, el lenguaje es muy importante. Orwell lo vio y hay estudios exhaustivos de lo que supone el lenguaje en las dictaduras. Yo creo que la novela sí recoge que hay muchos usos del poder para estratificar cosas, lanzar mensajes, coartar la imaginación, venderle el producto de las falsedades a los periodistas y a todos los que andamos por la vida hechos unos zorros. En eso la novela es bastante inquietante o perturbadora, porque recoge toda esta jerga que recibimos y padecemos desde el poder, incrustada ya en los usos sociales, donde los poderosos siempre repiten las mismas cosas y usan términos para estratificar comportamientos, en el baile de desentendimiento absoluto en el que las autoridades se mueven, ajenas a los padecimientos que se ven en la historia. En ese mundo degradado, donde han huido los gobernantes, la ciudad ya no tiene ni recogida de basuras, los edificios se caen o se derraman, surgen formas sustitutivas, populismos estrambóticos y sectas, como cofradías de Semana Santa que toman el poder de las creencias... Todo ello conforma un gatuperio que hace que la novela sea muy divertida y muy penosa.

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