R. Travesí / ICAL
Un niño de color de cuatro años aparece en la pizarra digital, desnutrido, con unos harapos que cubren su pequeño cuerpo, descalzo y una mirada triste en un pequeño pueblo de Kenia, que denota que vive en una situación de extrema pobreza. ¿Qué es lo que habrías hecho para ayudarlo?, preguntan y un numeroso grupo de niños de un colegio del primer mundo responde “darle dinero, ropa, juguetes, ir al mercado para comprarle comida, bañarlo, proporcionarle un techo o adoptarlo”. Entonces, surge otra cuestión: ¿Habéis preguntado lo que necesita?. “Tal vez necesite otras cosas que le duren toda la vida y le ayude a ser libre y conseguir sus derechos. Un colegio, por ejemplo”, añade la misma voz.